Los plásticos que no dañan la naturaleza.

Plásticos ecológicos
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Nos hemos concienciado del peligro que los plásticos entrañan para la naturaleza. A un tiempo que los ciudadanos nos esmeramos en reducir el uso de plásticos en nuestra vida cotidiana, productores y comerciantes se esfuerzan por producir y utilizar productos alternativos al plástico tradicional que no sean contaminantes para el medioambiente. Un proceso complicado, pero en el que ya estamos dando los primeros pasos.

El primer plástico sintético, tal y como lo conocemos hoy, fue fruto de un proceso de investigación del químico alemán Eugene Baumann en 1872. Quien descubrió los polímeros termoplásticos a raíz de estudiar el alquitrán de la hulla, una variedad de carbón.

El caso es que el uso generalizado del plástico no se produce hasta la década de los años 50. Después del fin de la Segunda Guerra Mundial. La industria descubre que con el plástico se pueden producir objetos y estructuras que hasta entonces se hacían con metal. El plástico era un producto mucho más barato.

Han sido 7 décadas de una agresión intensa al planeta. Seguro que en los años 60, cuando la industria comienza a utilizar el plástico de manera indiscriminada, pocos presentían que tuviera las repercusiones medioambientales que este invento ha tenido.

Desde luego, la conciencia ecológica que había a mediados del siglo XX no es la que tenemos en la actualidad. Por entonces, tampoco se vivían las consecuencias del cambio climático. Cosa que ahora tenemos presente.

Ahora nos estamos esforzando por reducir el uso de plásticos en nuestro día a día. Reutilizamos las bolsas cuando vamos a la compra, usamos envases de materiales reciclables como la celulosa, tiramos los residuos plásticos en el contenedor amarillo.

Va a ser un proceso complicado, el plástico ha estado muy presente en nuestras vidas, pero estamos dando avances significativos. Vamos por buen camino.

El efecto pernicioso de los plásticos.

La ONU señala que los plásticos son un peligro para el planeta por la ingente cantidad de residuos que generamos y porque el plástico tarda siglos en ser asimilado por la naturaleza.

Cada año producimos 430 millones de toneladas de plástico. Dos tercios de esa producción son productos de vida corta, que en poco tiempo se convierten en deshechos. Estamos hablando de bolsas, envases, pero también ropa. El 60% del material de la ropa que vestimos actualmente es plástico. Fibras como el poliéster, el acrílico y el nailon se elaboran a base de plástico sintético.

Se calcula que hay 5 billones de fragmentos de plástico en los océanos. En torno a 150 millones de toneladas. El plástico tarda en degradarse entre 100 y 1.000 años. Una bolsa de plástico se puede descomponer por completo en la naturaleza en 150 años. Mientras que una botella de plástico puede tardar en hacerlo casi un milenio.

Uno de los problemas es que durante todo este proceso, el plástico se va descomponiendo en pequeñas partículas nocivas para la vida, los microplásticos. Partículas que obstruyen las vías digestivas y respiratorias de los animales y que pueden ser cancerígenas. Los productos químicos del plástico contaminan el agua, dañando a vegetales y animales.

Dice la ONU que la acumulación de residuos no es el único problema que genera el plástico. También lo es su producción. El plástico se fabrica a partir del petróleo crudo, el cual se transforma en polímeros mediante la aplicación de calor y diversos aditivos. En el 2019, la producción de plástico generó 1.800 millones de toneladas de gases de efecto invernadero.

La reducción de plásticos encaminada a su eliminación es un problema de primer orden para la humanidad.

Plásticos biodegradables.

Precisamente, por este problema que genera el plástico, algunos fabricantes se están esforzando en crear envases y bolsas con plásticos que se degraden rápidamente en la naturaleza y no la contaminen.

En realidad, si somos rigurosos, no son plásticos como tal, ya que no se producen a partir del petróleo ni de ningún combustible fósil. Se hace con polímeros naturales que tienen una estructura anatómica parecida al plástico, pero que no dañan el planeta, ya que se trata de materiales orgánicos.

Una de estas empresas que han cogido este camino es Bioplásticos Alhambra, una empresa de bolsas y envases de plástico creada en 1971 y que en el 2008 decidió transformarse, produciendo plásticos compostables y bolsas de plástico con un alto porcentaje de material reciclado. Este es un ejemplo, no el único, del compromiso que ha adoptado una parte del sector con la protección de la naturaleza.

Para producir estos plásticos que no dañan el planeta se utiliza almidón procedente de la fécula de patata, de germen de trigo o de arroz. Este almidón tiene una estructura molecular similar a los polímeros del plástico, y se puede impermeabilizar empleando productos como la glicerina.

La diferencia de estos plásticos biodegradables con respecto a los plásticos tradicionales es que tardan en descomponerse en la naturaleza unos pocos meses y no contaminan. Estamos hablando de material 100% orgánico.

Estos plásticos ya se usan con cierta frecuencia en la actualidad. Las bolsas de plástico que usamos en las secciones de fruta y verdura en las cadenas de los supermercados, aquellas que llenamos con la fruta que queremos comprar, están fabricadas con plásticos biodegradables.

Los plásticos compostables también los encontramos en los films que cierran algunas bandejas de productos frescos que adquirimos en el supermercado.

En la actualidad, estos plásticos se están empezando a usar para fabricar juguetes, carcasas de mandos a distancia de puerta de garaje, cepillos de dientes, y en la industria del automóvil se usan como relleno para el interior de las puertas y de los parachoques.

Plástico reciclado.

Se escuchan voces críticas que denuncian que el plástico reciclado apenas se utiliza. Ya que la mayoría de bolsas ecológicas que nos ofrecen llevan un 30, 50 o 70% de material reciclado. Es decir, no son bolsas recicladas por completo.

Sin embargo, como dice la revista Campo Galego la agricultura ha encontrado un buen uso al plástico reciclado. El plástico es un producto omnipresente en el sector primario. Aparece en casi todos los procesos agrarios. Lo encontramos en los techos de los invernaderos, en los mantos que se utilizan para cubrir el abono, en los sistemas de riego y en los recubrimientos de las semillas.

Hoy, muchos proveedores de suministros agrarios venden estos productos fabricados con plástico reciclado. El 75% del plástico usado por el campo gallego se recicla. En esta comunidad autónoma hay plantas de reciclado que producen 10.000 toneladas de consumibles plásticos para la agricultura al año.

El plástico reciclado se produce por medio de un reciclado mecánico o químico. Tras un concienzudo lavado y triturado de los residuos plásticos, estos se calientan a altas temperaturas hasta que forman una masa pastosa que pasada por unos filtros, crean unos filamentos que solidifican al entrar en contacto con el agua. Estos hilos se cortan con la distancia adecuada para formar las granzas que luego se utilizarán para producir nuevos productos de plástico. Este es el reciclado mecánico.

En el reciclado químico se imprime calor y catalizadores químicos con los que consigue descomponer los residuos en monómeros básicos que se pueden utilizar como base para crear nuevos plásticos o en combustible, según la técnica utilizada.

El papel educativo del comercio.

En este proceso de sustituir el uso de plásticos por otros materiales respetuosos con el medioambiente, el comercio cumple un papel educativo para el consumidor y para el ciudadano.

No se trata, como hacen muchas tiendas, de cobrar las bolsas de plástico aparte. Al final el consumidor terminamos comprándolas. Si no de sustituir el plástico tradicional por plásticos ecológicos o por otros materiales.

El zapatero donde llevo los zapatos a arreglar me sorprendió cuando me entregó el último par de zapatos que llevé a reparar dentro de una bolsa de papel reciclado. Aunque no me dijo que me la cobraba, yo sabía que el coste estaba incluido en el precio. Sus tarifas son altas, pero llevo años llevándole a reparar mis zapatos y los de mi familia porque me gusta cómo trabaja. Con este detalle, el zapatero me indicó que está comprometido con el medioambiente. Él pone su pequeño granito de arena para cuidar el planeta.

Esta no es la única acción que realizan los comercios. En muchas tiendas animan a los consumidores a que traigan las bolsas de casa. En otras, en cambio, venden a los clientes bolsas de tela o bolsas multiuso cuando las necesitan. Es cierto que este servicio es una entrada extra de dinero, pero el cliente lo agradece. Le educa a adoptar una posición más responsable. Si el cliente no quiere gastarse el dinero, vendrá equipado con su propia bolsa la próxima vez que venga a comprar.

El auge de las tiendas a granel, que encontramos en alimentación o en perfumería, está en sintonía con este planteamiento. Prescinden de los envases, generando menos residuos y educando a los consumidores en la reutilización.

Estas son acciones que aparte de tener un valor educativo, ya que enseñan con el ejemplo, mejoran la percepción que el cliente tiene de estos establecimientos.

La eliminación de los plásticos tradicionales de nuestra vida es un objetivo del que cada vez estamos más cerca.

 

 

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